Trastorno de Identidad
Un trastorno de identidad disociativo (TID), antes conocido como trastorno de personalidad múltiple(TPM), se refiere a la existencia de dos o más identidades o personalidades diferentes que asumen de forma reiterada el control sobre el comportamiento de la persona afectada.
Al menos dos de estas personalidades deben tomar control del comportamiento del individuo de forma rutinaria, y están asociadas también con un grado de pérdida de memoria más allá de la falta de memoria normal. A esta perdida de memoria se le conoce con frecuencia como tiempo perdido o amnésico.
En general, las distintas identidades no recuerdan lo experimentado por el resto, por lo cual no son conscientes de su existencia, si bien esto no siempre es así. El cambio entre personalidades suele producirse como consecuencia de estrés.
El término disociar significa dividir o descomponer. La disociación es el proceso en el que parte de lo vivido se separa del resto cuando las vivencias causan un exceso de miedo, dolor o tristeza. Los abusos repetidos durante la niñez son un posible desencadenante del trastorno de identidad disociativo.
La personalidad primaria (o la “real”) tiende a ser pasiva y depresiva, mientras que el resto son más dominantes y hostiles. Son las identidades más pasivas las que manifiestan amnesia en mayor medida y, en caso de que sean conscientes de la existencia de las personalidades más dominantes, pueden ser dirigidas por estas, que incluso pueden manifestarse en forma de alucinaciones visuales o auditivas, dando órdenes a las demás identidades.
En la actualidad, tanto en el DSM como en la Clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), el TID se categoriza dentro de los trastornos disociativos, es decir, aquellos que se producen por fallos en la integración de la conciencia, la percepción, el movimiento, la memoria o la identidad (en el caso de la personalidad múltiple, la desintegración se daría en todos estos aspectos) como consecuencia directa de traumas psicológicos.
CAUSAS
Entre las causas responsables de un trastorno de identidad disociativo se encuentran los traumas durante la niñez. El 96% de todos los afectados sufrieron repetidos abusos sexuales o físicos durante la niñez (en su mayoría antes de los cinco años) o estuvieron desatendidos, llegando incluso al abandono. En un 80% de estos afectados se han comprobado los tres traumas. En casos de especial gravedad, los niños fueron víctimas de abusos rituales en sectas o cultos. El 4% restante son niños que se despertaron de la anestesia durante una operación. En estos casos, el trastorno de identidad disociativo es mucho menos acusado y existen menos identidades parciales.
Un trauma importante vivido en los primeros años de la niñez conforma la base para el trastorno de identidad disociativo. Este momento actúa como principio del desdoblamiento en diferentes personalidades. Los niños afectados sufren un peligro y una humillación constantes de los que no pueden huir. Tampoco pueden pedir ayuda, pues los autores son, casi siempre, sus familiares más cercanos que exigen mediante amenazas que no cuenten nada. Para poder superar esta situación, los afectados desarrollan un mecanismo para huir del dolor: arrancan los hechos reales de su memoria y creen que no forman parte de la situación. Este proceso sucede inconscientemente y no se puede controlar. Para poder superar el trauma continuado, los afectados se desdoblan en dos o más identidades. Cada identidad asume determinadas funciones en las diferentes situaciones y puede volver a aparecer en una situación similar.
El trastorno de identidad disociativo (TID) es causado por la interacción de factores biológicos y ambientales. Este trastorno no aparece en la edad adulta, sino que tiene sus inicios en la infancia.
Las personas que padecen de TID nacen con una capacidad de disociación, es decir, pueden separar sus propios recuerdos, sus percepciones y sus identidades. Esta predisposición psicobiológica para disociar actúa como mecanismo de defensa ante situaciones dolorosas provocadas por una infancia traumática, comúnmente por un abuso presentado repetidamente en esta etapa y episodios de estrés postraumático.
El abuso sexual infantil es una de las causas principales del TID. El abuso infantil puede causar distintos efectos a nivel mental como psicosis, criminalidad, sociopatías, entre otros. Generalmente el abusador es uno de los padres, familiares o cuidadores del niño, donde además de abusar también les brindan amor y protección, por lo que el niño se encuentra en una situación impredecible, desencadenando la disociación como mecanismo de defensa. Lo anterior se conoce como apego desorganizado, donde el niño demuestra temor hacia el adulto abusador y en otras ocasiones demuestra cariño y apego.
Cuando una niña es abusada por su padre y el niño o niña no cuenta, el niño desarrolla un miedo hacia el padre. Algunas madres ven esta conducta inapropiada y obligan a su hijo a estar cerca de sus padres, lo cual tiene como consecuencia que la disociación se refuerce y se desarrolle el TID. Es importante destacar que no todos los niños que sufren abusos, traumas o eventos de estrés importantes, desarrollan el trastorno de identidad disociativo, debido a que su capacidad de disociación es menor y reciben tanto apoyo profesional como familiar.
Entre las causas del trastorno de identidad disociativo también se destaca una estructura familiar muy autoritaria, provocando temor en el individuo y generando la aparición del trastorno. Los padres que prestan poca atención y protección a sus hijos, o que no les permitían expresar enfado o agresividad, pueden estar colaborando en provocar el TID.
En otros casos las personalidades alternativas pueden originarse para preservar una función biológica o preservar una cualidad que se siente amenazada por el agresor.
El trastorno de identidad disociativo se origina generalmente en la infancia,aunque no se diagnostica hasta etapas posteriores de la vida. Aún así, es posible que los individuos recuerden indicios como escuchar diferentes voces pertenecientes a sus otras personalidades en su niñez. Según los conductistas, este trastorno se debe a que la gente con TID aprendió a crear personalidades diferentes para evitar castigos o críticas.
El principal motivo que subyace al trastorno de identidad disociativo son los abusos sexuales o físicos en la infancia. Aunque otros tipos de experiencias traumáticas también pueden causar esta psicopatología. De hecho, numerosos especialistas opinan que la amnesia y la necesidad de que unas personalidades protejan a las otras se debe a la represión de los recuerdos de los sucesos desagradables experimentados por estas personas.
COMO SE DIAGNOSTICA
Como el trastorno de identidad disociativo (trastorno depersonalidad múltiple) va ligado a numerosos efectos secundarios, el diagnóstico se realiza a menudo de forma tardía. Al principio se suele realizar un tratamiento sin éxito, por ejemplo, por un trastorno límite de la personalidad o depresión. Desde la aparición de los primeros síntomashasta que se encuentra el diagnóstico correcto pasan de media entre seis y siete años. Muchos afectados también tienen miedo de contar sus vacíos de memoria y sucesos raros, por ejemplo, ropa desconocida en el armario, que serían una pista importante de un trastorno de identidad disociativo.
El DSM IV define los siguientes criterios diagnósticos para el TID:
• La presencia de dos o más identidades o personalidades distintas (cada una con su propia y perdurable forma de percibir, relacionarse y pensar sobre si misma y el mundo que le rodea).
• Al menos dos identidades o estados de personalidad toman el control de forma recurrente sobre la conducta de la persona.
• Existe una incapacidad para recuperar de la memoria información personal importante y demasiado extensa para poder ser explicada en términos de un simple olvido.
• El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una droga (por ejemplo, conducta caótica o mente en blanco durante una intoxicación alcohólica) o a una enfermedad orgánica (por ejemplo, crisis parciales complejas).
Para considerar un trastorno de identidad disociativo se pueden emplear un cuestionario sobre síntomas disociativos y unas directrices para la entrevista.
EJEMPLO:
Cómo diagnosticar un Trastorno Disociativo.
Se recogen varios tipos de trastornos disociativos:
1. Amnesia Psicógena
2. Fuga Psicógena
3. Fenómenos de Trance y Posesión
4. Despersonalización y Desrealización
5. Trastornos (disociativos) de Conversión (Sólo en la CIE-10 están incluídos entre los trastornos disociativos)
6. Trastorno de Personalidad Múltiple (CIE-10) o Trastorno de Identidad Disociativo (DSM-IV)
7. Trastorno Disociativo No especificado.
Dado que el Trastorno de Identidad Disociativo (TID)es el trastorno más complejo y sobre el que existe más controversia, daremos algunas referencias sobre el tema:
Kluft (1897) describe una serie de signos sugestivos de TID entre pacientes psiquiátricos:
1. Tratamientos fallidos previos.
2. Tres o más diagnósticos previos.
3. Concurrencia de síntomas psíquicos y somáticos.
4. Síntomas y niveles de funcionamiento fluctuantes.
5. Dolores de cabeza importantes y otros síndromes dolorosos.
6. Distorsiones en el tiempo, lapsos de tiempo o amnesia franca.
7. Le comentan conductas que no recuerda.
8. Otros notan cambios observables.
9. Descubre objetos, producciones o escritos entre sus pertenencias que no recuerda haber hecho o no reconoce.
10. Oír voces (más del 80% experimentadas como intrapsíquicas), que se experimentan como algo separado del individuo y con frecuencia inducen al paciente a hacer alguna actividad.
11. El paciente utiliza el “nosotros” en sentido colectivo refiriéndose a sí mismo, o habla de si mismo en tercera persona (esto en nuestra experiencia es bastante poco frecuente, sobre todo en entrevistas iniciales)
12. Se hacen evidentes otras personalidades por medio de la hipnosis o entrevistas facilitadas por sustancias, como el amobarbital.
13. Historia de abuso sexual en la infancia
14. Incapacidad para recordar eventos infantiles entre las edades de 6 a 11 años.
En entrevistas breves es especialmente difícil detectar algunos signos de multiplicidad como las transiciones de un alter a otro. En entrevistas prolongadas al paciente le resulta difícil mantener un control absoluto de la conducta y es más fácil observar cambios. A veces no se observan evidencias de TID durante la entrevista pero a lo largo de consultas sucesivas se van observando inconsistencias en el comportamiento, recuerdos diferentes o amnesias, que si vemos en perspectiva nos van orientando a un diagnóstico de trastorno disociativo. En ocasiones los síntomas se presentan en la vida cotidiana del paciente, pero no resultan excesivamente evidentes: aquí puede ayudar pedir al paciente que escriba un diario, en el que pueden evidenciarse aspectos que no se ven en la consulta.
Aun con una evaluación detenida y sistemática, algunos pacientes hacen un esfuerzo inmenso por ocultar o disimular sus síntomas y en otras ocasiones son sencillamente incapaces de recordarlos: en algunos casos, por ejemplo, no son conscientes de sus amnesias. Puede que los que les rodean les señalen estos hechos, pero ellos pueden rechazar o reinterpretar sus comentarios.
COMO SE TRATA
El tratamiento empleado se realiza en diferentes fases. Cada fase del tratamiento tiene una duración individual diferente y, según las circunstancias, se puede realizar en repetidas ocasiones:
• En primer lugar, lo más importante es la creación de la relación terapéutica, que debe posibilitar al afectado involucrarse en el tratamiento. Además, la estabilización del afectado representa el primer objetivo importante. Para ello, el terapeuta y el afectado trabajan juntos cómo se puede enfrentar mejor el día a día. Las circunstancias extremas adicionales que supongan una carga (por ejemplo, estructura cotidiana insuficiente, alojamiento desfavorable) debe cambiarse se existe la posibilidad.
• En el segundo paso del tratamiento del trastorno de identidad disociativo es muy importante el fomento de la comunicación y colaboración entre las diferentes identidades parciales. Se trata de conocer las diferentes personalidades parciales (denominadas alters, tomar en serio a cada una de ellas, aclarar las relaciones entre ellas y fomentar el apoyo mutuo.
• En la fase siguiente debería tener lugar una cuidadosa revisión del trauma. Esto requiere un proceso especialmente cuidadoso, ya que el afectado debe recibir apoyo para enfrentarse a los duros recuerdos sin disociarse. El objetivo consiste en aceptar lo vivido como parte del pasado sin que los viejos desencadenantes vuelvan siempre a provocar las estresantes imágenes de los recuerdos. Una técnica eficaz para la revisión del trauma es la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares.
• Esta combinación de movimientos oculares y confrontación con el trauma facilita el tratamiento de lo vivido. El movimiento ocular ejerce una estimulación en el cerebro mediante la que se pueden soltar los bloqueos.
• El objetivo de la última fase del tratamiento del trastorno de identidad disociativo es la integración y fusión de las identidades parciales. Los afectados deben poder y aprender a vivir como una única persona y aceptar el pasado como parte de su vida. Para ello, se ha de tener en cuenta si los afectados aspiran a esta integración como objetivo del tratamiento. Dado el caso, se ha de respetar su elección de mantener la variedad de identidades.
En personas con trastorno de identidad disociativo que fueron víctimas de abusos rituales, en el tratamiento se han de considerar también las técnicas de control de la memoria. Estas se emplean, por ejemplo, en cultos para programar la disociación de las víctimas. El objetivo de la desprogramación es eliminar este patrón de control. En el tratamiento empleado para el trastorno de identidad disociativo, las posibilidades y necesidades individuales de cada afectado debían estar siempre en primer término. Así para lograr la mayor estabilización posible puede ser útil, por ejemplo, renunciar a la revisión de las vivencias traumática cuando estas representan una exigencia continua y excesiva para el afectado.
DIFERENCIA ENTRE BIPOLARIDAD, ESQUIZOFRENIA Y TRASTORNO DE PERSONALIDAD MULTIPLE
TRASTORNO BIPOLAR
El trastorno bipolar es más común y es una enfermedad mejor comprendida desde un punto de vista médico. Puede ser tratada con una combinación de medicamentos y psicoterapia. Se caracteriza por episodios maníacos en alternancia con episodios depresivos. Cada uno puede durar desde semanas hasta meses. Durante los episodios maníacos la persona se siente llena de energía, a menudo de forma desmesurada embarcándose en numerosas tareas. Al período maníaco le sigue una fase depresiva caracterizada por tristeza y la sensación de que hacer cualquier cosa es un sinsentido.
Durante los episodios depresivos la medicación utilizada suele generar un estado carente de emociones, que es a menudo referida como estado de “zombi”. Por el contrario, durante los períodos maníacos los pacientes bipolares suelen manejarse bien con la sociedad y sobrellevar sus cambios de ánimo.
ESQUIZOFRENIA
No se sabe la causa exacta de la esquizofrenia, pero estudios recientes demuestran que la herencia genética y la química cerebral tienen un papel importante en su desarrollo. De acuerdo con el sitio de Internet schizophrenia.com, aproximadamente el 1% de la población mundial sufre este trastorno.
La esquizofrenia es menos común que el trastorno bipolar, afecta más a hombres que a mujeres y se suele diagnosticar al final de la adolescencia y principio de la edad adulta. Se caracteriza principalmente por alucinaciones y delirios; pueden ver, escuchar y creer cosas que no son reales para los demás o que los demás perciben como irracionales. Esta percepción alterada puede llevarlos a comportarse de maneras muy diversas: mientras que en ocasiones parecen distantes o ensimismados (algunas personas pueden estar sentadas sin moverse por horas), otras veces pueden parecer preocupados, vigilantes o demasiado activos. Por lo general, no se comportan violentamente.
Las personas con esquizofrenia tienen dificultades en la relación con los demás y a menudo para llevar a cabo actividades de la vida diaria, como mantener un trabajo, Es una de las enfermedades mentales más estigmatizada socialmente.
¿Qué es una alucinación?
Las alucinaciones son percepciones que no corresponden a un estímulo físico real. Pueden ser auditivas, visuales, táctiles, gustativas u olfatorias. La mayoría de los pacientes con esquizofrenia describen que escuchan voces, o ven personas o cosas que no están ahí.
¿Qué es un delirio?
Un delirio es una creencia personal falsa, que no está apoyada en la lógica, la razón, o evidencia alguna. Los pacientes con esquizofrenia normalmente tienen delirios de persecución, y sienten que están siendo engañados, acosados, o envenenados; también ocurre que la persona tiene delirios de grandeza y cree que es famosa o célebre. Estos son los delirios más comunes, pero algunos pueden ser bastante peculiares.
TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOCIATIVO
Aunque todavía se utiliza mucho el término trastorno de personalidad múltiple, su nombre clínico actual es trastorno de identidad disociativo (TID).
A menudo es confundido con la esquizofrenia, aunque tiene síntomas y causas muy distintos. Este trastorno les ocurre a personas que han sufrido un abuso muy fuerte, o que han experimentado alguna situación demasiado violenta, traumática o dolorosa, y que son incapaces de lidiar con esto de manera consciente. Lo que ocurre en estos casos es que la personalidad se disocia, se fractura, y produce una desconexión severa entre los pensamientos, memorias, sentimientos y acciones del individuo.
El TID se caracteriza por la coexistencia de una o más identidades o estados de personalidad en una misma persona. Cada identidad tiene su propio concepto del individuo y de su relación con el mundo y se alternan en el control del comportamiento de la persona. Cada episodio disociativo no es recordado por las demás personalidades, de modo que una identidad puede saber cosas que otra no y la persona experimenta lapsus de memoria frecuentes.
En algunos casos, quienes sufren el trastorno de personalidad disociada manifiestan 6 u 8 personalidades diferentes. Es como si hubiera varias personas viviendo en el mismo cuerpo, de manera que se comportan, hablan y piensan diferente. Por lo general, sin embargo, hay una dominante, que se manifiesta la mayor parte del tiempo.
Existen casos impresionantes de Trastorno de Personalidad Disociada, como el de Kim Noble, una mujer de 52 años que tiene más de 20 personalidades (el número exacto se desconoce). Parece increíble, pero es cierto. Entre las personalidades de Kim se encuentran una adolescente que padece de bulimia, una católica ferviente y un hombre homosexual.
El Trastorno de Identidad Disociativo no es una enfermedad mental bien comprendida y existe bastante discrepancia en su diagnóstico y tratamiento, incluso sobre su existencia real como trastorno mental. Por esto no hay datos exactos sobre su prevalencia en la población. El tratamiento suele durar años y combinar distintas técnicas de psicoterapia y farmacología.
COMPARANDO LOS TRES
La gente con un trastorno bipolar generalmente puede llevar una vida normal, tanto laboral como familiar, sobre todo cuándo se consigue un seguimiento terapéutico constante. Estas personas alternan estados de ánimo muy opuestos pero no son distintas identidades ni presentan alucinaciones y delirios.
La gente con esquizofrenia suele tener más dificultad para desarrollarse en la sociedad debido a la propia naturaleza de la enfermedad. Las relaciones con la familia, amigos y trabajo se hacen muy difíciles. Es una de las enfermedades mentales más estigmatizadas socialmente, lo que generalmente agrava la situación de la persona. Aquellos esquizofrénicos con un entorno familiar y social fuerte suelen responder mucho mejor a las terapias pudiendo alcanzar una vida feliz con buenas relaciones sociales.
Los esquizofrénicos pueden experimentar períodos maníacos y depresivos pero no son la enfermedad en sí. Por ejemplo, pueden deprimirse por tener esquizofrenia y sentir que son una carga para su familia. A diferencia del trastorno de Identidad disociativo, los esquizofrénicos pueden tener alucinaciones pero las reconocen como externas. Por ejemplo, un paciente con TID puede oír voces de otras identidades dentro de sí mismo mientras que el esquizofrénico que oye voces (no todos lo experimentan) las oye desde fuera y no son reconocidas como internas o propias.
Algunas personas con trastorno de personalidad múltiple pueden llevar una vida “normal” con buenas relaciones sociales aunque experimenten disrupciones por los lapsus de memoria. Para otras personas con TID puede ser muy frustrante el control de los lapsus de tiempo a lo largo del día provocando una vida cada vez más caótica y difícil de sobrellevar. Aunque los pacientes con TID pueden experimentar depresión severa, es un síntoma secundario y no la enfermedad en sí misma; por ejemplo, se deprimen al intentar convivir con el TID y frustrarse si no lo consiguen.
Por tanto, aunque las tres son enfermedades mentales graves, sobre todo la esquizofrenia y el TID, tienen claras diferencias en sus síntomas, manifestaciones y repercusión en la vida de la persona.
CASO DE SYBIL
Shirley Ardell Mason (25 de enero de 1923 - 26 de febrero de 1998) fue una paciente psiquiátrica y artista comercial estadounidense, cuya vida fue documentada en 1973 en la novela Sybil, de Flora Rheta Schreiber, que fue dramatizado en dos películas del mismo nombre en 1976 y 2007. Tanto el libro y las películas utilizaron el nombre de Sybil Isabel Dorsett para proteger la identidad de Mason, aunque en la nueva versión del 2007 se reveló el nombre de Mason en su conclusión.
Mason nació y se crio en Dodge Center, Minnesota, hija única de Martha Alicia Mattie Hageman y Walter Mason, carpintero. En lo que respecta a la madre de Mason: «Muchas personas en Dodge Center le dicen Mattie» [en el libro aparece como Hattie]. Según Bettie Borst Christensen, una vecina que creció en la misma calle que la familia Mason: «Era extraña. Tenía una risa como de una bruja. No se reía mucho, pero cuando lo hacía, era como un chillido». Christensen, recuerda a la madre de Mason caminando de noche en la oscuridad, oteando por las ventanas de los vecinos. Finalmente a la madre de Mason se le diagnosticó esquizofrenia.
En los años cincuenta, Mason trabajó como maestra sustituta y estudió en la Universidad de Columbia. Ella había sufrido mucho de los apagones y averías emocionales, y finalmente hizo psicoterapia con la psiquiatra freudiana Cornelia B. Wilbur. Sus sesiones en conjunto fueron la base de la novela Sybil. Mason más tarde se trasladó a Lexington (Kentucky), donde impartió clases de arte y tuvo una galería de arte en su casa durante muchos años.
Murió de cáncer de mama en 1998, a los 75 años.
Sybil
La novela Sybil cuenta una historia ficcionada de Mason, que fue tratada por trastorno de personalidad múltiple (ahora conocido como trastorno de identidad disociativo). Según el libro, Mason sufría de la enfermedad como consecuencia de graves abusos sexuales en manos de su madre, que Flora Rheta Schreiber creía esquizofrénica. El libro se convirtió en una película, protagonizada por Sally Field, en 1976. La película fue versionada en 2007 con Jessica Lange y Tammy Blanchard como Sybil en el papel principal.
Controversia
El diagnóstico de Mason ha sido cuestionado. El psiquiatra Herbert Spiegel vio a Mason en varias sesiones mientras la psiquiastra Wilbur se encontraba de vacaciones, e interpretó que los síntomas se debían a que Wilbur estaba manipulando a Mason para que se comportara como si sufriera de varias personalidades, mientras que en realidad no las tenía. Spiegel sospechaba que Wilbur estaba publicitando el caso de Mason con ánimo de lucro.
De acuerdo con Spiegel, Mason era una paciente histérica y no mostraba ningún síntoma serio de personalidades múltiples. Incluso Mason le había confesado que no era «múltiple» sino que Wilbur quería que ella «fuera persona». Spiegel confrontó a Wilbur, quien ―según él― le respondió que Mason no tenía múltiples personalidades pero que su editor no estaría dispuesto a publicar su caso a menos que ella dijera que lo era.
En agosto de 1998, el psicólogo Robert Rieber ―de la universidad John Jay College―, publicó el libro Bifurcation of the self ("Bifurcación del sí-mismo o Self") en el que cuestionó también el diagnóstico de Wilbur, alegando que Mason era «una histérica muy sugestionable», y también declaró que creía que Wilbur la había manipulado con el fin de vender su libro.
Sin embargo, el escritor Mark Lawrence ―en una revisión del libro de Rieber― afirma que Rieber repetidamente distorsionó las pruebas y dejó de lado una serie de hechos importantes del caso de Mason.
El caso sigue siendo controvertido, ya que los archivos psiquiátricos de Wilbur están sellados, y tanto ella como Mason han fallecido.
RELACIÓN CON LA CRIMINALIDAD
Durante mucho tiempo se ha relacionado la enfermedad mental con la delincuencia. Comparando los comportamientos de los delincuentes se puede asociar anomalías mentales. Según investigaciones la psicopatía se le atribuye a los delincuentes con las características de trastorno antisocial de la personalidad.
Se han hecho numerosos estudios para relacionar la delincuencia y los trastornos psicopatológicos y no han podido llegar a conclusiones definitivas porque la mayoría de estos estudios se han realizado con delincuentes que ya están presos. La mayor parte donde estos reos ya tienen trastornos mentales, como alteraciones emocionales, trastorno límite de la personalidad y trastorno de la personalidad (disociativo). Los trastornos de la personalidad (antisocial y/o psicopatía) y por estrés postraumático o estado de ánimo (mayormente en las mujeres reclusas). Un factor interesante es que los delincuentes que ingresan en la cárcel y se le diagnostica algunos de estos trastornos han sido adictos a drogas. Al no tener recursos para su tratamiento o no querer tratarse muchos e estas personas van a la cárcel por cualquier delito en donde se le margina se tratan como “locos”. Las edades de estas personas entre hombres y mujeres es de veinticinco y cuarenta años de edad y con un nivel económico bien bajo.
Surge una preocupación debido al trato que se le puede dar al delincuente siendo un enfermo.
Generalmente, las enfermedades mentales han sido relacionadas a la delincuencia, pues existen determinados comportamientos criminales que pueden relacionarse o atribuirse a anomalías mentales. Esta relación entre la ley y la enfermedad mental ha sido objeto de un intenso debate a través de la historia. En algunos casos se ha llegado a afirmar que existe una correlación inversa e invariante entre el número de pacientes en hospitales psiquiátricos y el número de presos.
A pesar de los numerosos estudios llevados a cabo para relacionar la delincuencia y los trastornos psicopatológicos, no pueden extraerse conclusiones definitivas, entre otras cosas porque muchas de tales investigaciones se han realizado con delincuentes privados de libertad, circunstancia que puede favorecer la aparición de ciertos trastornos mentales, como alteraciones emocionales, trastorno límite de la personalidad y trastornos disociativos. La mayor parte de personas con alguna alteración psicopatológica no comete delitos o su comportamiento no es violento, pero la probabilidad de que esta circunstancia se produzca mayor entre las personas con problemas de salud mental que entre aquellos que no los tienen.